miércoles, 3 de agosto de 2011

EL ORGULLO ES PECADO


Job 40: 1-51 Además respondió Jehová a Job, y dijo: 2 ¿Es sabiduría contender con el omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. 3 Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: 4 He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca.5 Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces, mas no volveré a hablar. 
Cada día que pasa me doy cuenta de la gran responsabilidad que Dios ha puesto en mis manos y en mis pies. Hoy estuve caminando la urbanización Santo Tomas en el pueblo de PONCE. Allí conversaba con un hombre joven que me decía no entender como alguien podía creer que Jesucristo era Dios. 
La convicción cristiana es un tipo diferente de certeza. No es la certeza de la mente, ya que nuestra mente esta influenciada por el pecado y es limitada para entender cosas en el orden infinito y celestial. Comprender el significado de lo que Jesucristo hizo por nosotros nos transforma. Si tenemos fe y somos lo suficientemente humildes, Dios se revelará a nuestras vidas dándonos la luz necesaria. Su amor moldea nuestra mente hasta que logramos entender el misterio infinito de ser por él amados.
Todos enfrentamos nuevos desafíos y nuevos territorios que conquistar tales como la enfermedad, los cambios de trabajo, las pérdidas personales. Pero, comprender los misterios de la vida, lograr alcanzar ese nivel de comunión con el Padre es asunto que no todos los mortales logran alcanzar, especialmente si hay demasiado orgullo intelectual en nosotros. Yo por mi parte, he aprendido a enfrentar mis incertidumbres con sencillez de espíritu, con fe y sobre todo, aferrándome a sus promesas plasmadas en las escrituras. ¿Acaso alguien podrá descifrar a Dios? Y se nos va la vida en el intento de tener todas las respuestas a la mano. Entonces perdemos la oportunidad de ser instrumentos útiles de ese Dios inefable. Se nos escapa el privilegio de servirle por medio de su amor transmitido a otros. 
Hermanos; ¿Cuán a menudo perdemos la oportunidad de ser el «rostro de Dios» para nuestra familia, nuestras amistades y aun desconocidos? ¿Cómo les podemos mostrar su rostro? 
Que a partir de hoy en orgullo no sea parte de nuestro vocabulario, que la humildad hoy tome su lugar.


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