EL VERDADERO AMOR NUNCA PASA FACTURA
La consigna cristiana de nuestro tiempo debiera ser «En todo amar». Ello supone concebir el amor como amor gratuito. O sea, llenarnos de aquel amor gratuito de Dios para aprender a amar a Dios y a los demás como Él ama.
Tony de Melo se quejaba de esas madres que, al ver las malas notas de su hijo, le riñen con estas palabras: «¿Así nos pagas lo que hemos hecho contigo? Tu padre todo el día trabajando para tí, y yo hecha una negra en casa, ¡para que ahora vengas tú con estas notas! ¿Así nos pagas?». Tony de Melo decía que ésta era una mala política y una pésima concepción del amor.
El amor auténtico nunca pasa factura. Lo que esa madre le tenía que haber dicho al hijo, al ver las malas notas, era: «A nosotros no nos debes nada. Tu padre y yo hemos sido muy felices viéndote nacer y viéndote crecer. No nos debes nada, ni tienes que pagarnos nada. Si te exigimos mejores notas, no es para que nos pagues nada, sino por tu propio bien. A nosotros no nos debes nada. Nuestro amor es gratuito. No te va a pasar factura».
Vivir según el Evangelio supone amar en todo y a todos, pero con amor auténtico; es decir, sin pasar factura, sin andar esperando una paga por ese amor. Por eso, nuestro amor ha de abarcar incluso al enemigo o al que no nos quiere bien o no sabe agradecer nuestro amor. Así ama Dios, que de tal manera amó al mundo que le entregó a su Unigénito Hijo para liberarnos. Amor por «gracia», amor gratuito. O sea: amor auténtico.
Y es a ese mismo tipo de amor al que Jesús nos invita hoy y siempre.
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