Una iglesia trabajadora
(vss. 2, 3, 6) Cristo reconoce el trabajo que la iglesia ha hecho en la obra y el servicio cristiano. Ha seguido los lineamientos y mandatos exigidos en las Escrituras. Aquí notamos que la iglesia de Éfeso cumplía con el mandato de la Gran Comisión de hacer discípulos y enseñarles todo. Destaca dos veces la paciencia, lo que demuestra el amor por los demás.
Una iglesia autónoma
Cristo reconoce su censura y el apartarse de los nicolaítas.
Los seguidores de Nicolás nombraron obispos, arzobispos, cardenales y papas. Este sistema jerárquico no es bíblico, ya que hace que la iglesia local sea esclavizada por el hombre, cuya vida espiritual termina influenciando la vida espiritual de la iglesia, lo que puede llevar a la iglesia a mirar al ser humano para buscar soluciones a sus problemas, en lugar de hacerlo por medio del Espíritu Santo.
El nicolaitismo de esa época es lo que llamamos hoy el «eclesiasticismo moderno», este concepto es el que lleva a las iglesias aglomerarse en grandes denominaciones jerárquicas que con el tiempo terminan siendo apostatas, creando estatutos, reglamentos y leyes que marginan a los que no estén de acuerdo con estos preceptos.
Estos entes jerárquicos se separan de los grupos minoritarios que procuran ser fieles a las Escrituras, autónomos y dependientes del Espíritu Santo.
La iglesia de Éfeso se mantuvo marginada de estas prácticas, de acuerdo con el sentir de Cristo que manifestó «las cuales yo también aborrezco» (vs.6).
Una iglesia separada
La iglesia de Éfeso era una iglesia separada para Cristo, en esto era bastante radical, lo que la diferenciaba de las demás. No soportaba los malos ni los cristianos débiles, aplicaba muy bien Romanos 16:17 “…que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.”
Una iglesia pura
Esta iglesia no se dejo infiltrar por los falsos profetas y apóstoles, tenía buen discernimiento para detectar los apóstoles mentirosos. La iglesia de Jesucristo debe estar atenta respecto a esto, ya que estamos advertidos por la misma Palabra que dice que se levantarán falsos maestros (2-Pedro 2:1; 2-Corintios 11:4,13; 1-Timoteo 4:1).
Una iglesia sufrida
Era una iglesia sufrida, sin desanimarse, sino predicando sin temor el Evangelio de Cristo.
CONDENACIÓN
Cristo le advierte que tiene algo contra ella, con lo que Él no está de acuerdo, que es: «que has dejado tu primer amor». Nótese la palabra «dejado» no perdido, había algo que podía hacerse para corregir su enfriamiento espiritual. La iglesia de Éfeso estaba demasiado ocupada trabajando para Cristo que no tenía tiempo para amarle (Lucas 10:38-42).
El ocuparnos todo el tiempo en nuestro trabajo por Él, implica descuidar el trabajo que debemos hacer con Él. El amor por Él nunca podría ser reemplazado por el trabajo para Él en la iglesia. Debemos amarle a Él primero y lo demás será añadido (Mateo 6:33).
La alegría que experimentamos en la conversión al conocer por primera vez a Jesucristo, es lo que se denomina «el primer amor», y la debemos guardar durante toda nuestra vida cristiana mediante la sumisión al Espíritu Santo. Por ningún motivo debemos caer en la rutina diaria y abandonar la comunión diaria íntima y de amor con el Señor Jesucristo.
Durante el periodo que nos apartemos del primer amor, dejamos de percibir la maravillosa gracia de Dios.
Cristo desnuda las falencias en las cuales la iglesia de Éfeso viene incurriendo y le traza un plan a seguir basado en tres requisitos que debe cumplir para volver al primer amor:
1. «Recuerda de dónde has caído» La caída indica haber dejado el primer amor. La iglesia que ha perdido su primer amor se envanece, el conocimiento envanece, pero el amor edifica.
Cristo amonesta a la iglesia de Éfeso a recordar el sitio en donde se encontraba al comienzo y les exhorta a examinar su vida espiritual. Esta también es una necesidad de la iglesia del siglo veintiuno.
2. «Arrepiéntete» Además de volverse de su frialdad e indiferencia, debían identificar otras áreas en las que estaban fallando y regresar a una relación de intimidad con Cristo.
3. «Haz las primeras obras» Si queremos regresar al primer amor es necesario hacer las primeras obras. Lo que ha apartado a la iglesia del primer amor, es haber cedido el primer lugar a las cosas del mundo y desplazado al segundo lugar el amor por Cristo. El cristiano fiel y verdadero debe rendir a Cristo sus destrezas, habilidades, talentos, dones y capacidades, si no lo hace, no estará amando a Jesucristo, como Él manda. Al hacer todo para Cristo, las tareas se tornan livianas y los sacrificios que hagamos no serán cargas pesadas para nosotros.
La advertencia de Cristo es que si la iglesia no pone su corazón en la posición correcta, se le quitará el candelero. La misión de la iglesia local es resplandecer, reflejando el amor y la luz de Jesucristo al mundo, sino no existe un verdadero amor por Él, Su luz se apagará en nosotros.
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