martes, 15 de mayo de 2012

LA MIRADA DE DIOS DICE QUE NO TODO ESTA PERDIDO


Camina por allí un tal Pedro. Impulsivo como pocos. Capaz de caminar sobre el mar, y hundirse. Capaz de cortarle la oreja a un sacerdote, en un rapto de locura y de sangre hirviente. Un Pedro que, visto por la mirada natural, es un evidente quebrantador de promesas. Decidió seguir a Jesús, le dijo que hasta moriría por el, pero en la hora mas oscura, lo negó. No una vez, ni dos veces… ¡tres veces!

“Esto si que es grave, Pedro. Teniendo en cuenta tus antecedentes, ya tenemos la sentencia para el resto de tu vida: serás siempre un perfecto fracasado. El Hijo de Dios te contuvo durante tres años de una amistad como pocas… y vos, pescador rudo, torpe e indocto, ¿Cómo te atreves a pagarle así al Maestro? Le pagaste con la peor moneda corriente: la moneda de la deshonestidad y la traición. Perdón Pedro, pero esta vez si te equivocaste muy feo. ¡Lo tuyo es imperdonable! Como consecuencia, hemos decidido que quedas fuera. ¡Subite ahora mismo al estante de los postergados y olvidados!”

Pero algo sucede… lejos de la sentencia de la mirada natural, Alguien hace una lectura de fe en favor de este bueno para nada. La mirada natural queda relegada ante la potencia de esta mirada divina. ¡Es insólito! protestan los candidatos mejor preparados. La mirada divina observa a ese Pedro turbulento, y maximiza su prometedor futuro, por encima de oscurecido presente. La mirada divina dice que, por sobre su realidad negativa, hay un enorme potencial no liberado. La mirada divina es capaz de olvidar la traición de Pedro, diciéndole: prepárate, porque pronto se levantara mi Iglesia, y ahí te necesito. La mirada divina no esta enfocando tercamente los errores y defectos de este hombre, ni esta recalcando obstinadamente su absurdo pasado.

La mirada divina es de Dios, quien desde su trono esta llamando a las cosas que no son como si ya fueran (Romanos 4.17) Es una mirada que no obvia nuestra realidad; es una lectura visionaria, que le anuncia a los Pedros actuales que las traiciones y los fracasos quedan en el olvido. Que Dios todavía sigue creyendo en nosotros; que Dios aun espera mucho de nosotros, más allá de ese error que no logramos olvidar ni perdonarnos. Dios hoy le dice a los Pedros contemporáneos: no temas, desde ahora serás pescador de hombres. No temas, apacienta mis ovejas. Por encima de la mirada natural, la mirada de Dios sobre tu vida pesa mucho más. Y en sus ojos, vos y yo descubriremos que no todo esta perdido. Que hoy se puede recomenzar







Martín Carrasco


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