Una noche la madre dijo: Hoy vamos a pedir a Dios un poco más para que sane a la tía Martha.
Oraron por la tía Martha, cada noche, durante un par de semanas.
Después, la madre no dijo nada y dejaron de pedir. A la tercera o cuarta noche sin hacerlo, la niña preguntó: Mamá, ¿porqué no oramos por la tía Martha?
Es que Dios ya la sanó y se puso bien- respondió la madre.
Y si la sanó y se siente bien dijo la niña ¿no deberíamos orar para darle las gracias?
Reflexión:
Qué gran lección nos deja esta niña, somos más dados a pedir que a agradecer. Se acuerdan del pasaje Bíblico de los diez leprosos curados y de los cuales solo uno volvió a dar las gracias a Jesús, se repite lo mismo en nuestras vidas a diario.
De cada diez veces que pedimos, quizás, no damos gracias ni una.
La gratitud del que pide abre la mano del que da: El agradecimiento facilita la generosidad. ¡ Y tenemos tanto que agradecerle a Dios ! No creen
La Biblia en 1 Crónicas 16:8 dice: Dad gracias a Dios, invocad su nombre, dad a conocer sus obras entre los pueblos. Y también en 1 Crónicas 23:30 dice: Y han de estar presentes cada mañana para dar gracias y para alabar al Señor y asimismo por la noche.
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