miércoles, 26 de diciembre de 2012

NUESTRO DESAFÍO ANUAL


Siempre al punto final de un año hay un balance imaginario de lo que fue, como una pequeña película tridimensional entramos en los diferentes momentos que nos toco vivir, y en ese films encontramos en cámara lenta, aciertos y errores, victorias y derrotas, cosas logradas y cosas pendientes, un abanico de balances y puntos de vista.
Lo que paso es tan parte de nuestro presente, es lo que nos da cimiento para saber dónde estamos parado, en que y cuanto hemos avanzado o retrocedido.
En la escuela anual de Dios nunca se deja de aprender, él es él maestro por excelencia, si la prueba se repite es porque él quiere que entendamos bien de que se trata, el programa de las temáticas de sus enseñanzas son muy propias del Galileo, cada año tiene algo para enseñarnos, son esas materias inesperadas y en ocasiones nos da clases intensivas y en otras oportunidades de muy alto contenido, como algunas tan practicas.
Aquí se levanta el telón de un nuevo recorrido, es el génesis de un nuevo año, y esté debe ser nuestro desafío anual “Pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, que palabra escrita con la pluma de una mente entendida en nuevos desafíos, que palabra más dinámica, que palabra más clara en su objetivo de avanzar, tiene un punto de partida y un punto de llegada, una claridad plasmada en saber cuál será el final de su carrera y el premio de llegar a la meta.
Las derrotas pasadas que te dejaron sin fuerzas no te pueden estancar, porque Dios multiplicas las fuerzas del que no tiene ninguna, las crisis pasadas que te dejaron a la deriva, no te pueden hundir, porque Dios guía a puerto seguro a los desorientados, los fracasos pasados que te dejaron en el camino, no te pueden detener, porque Dios con su vara y su cayado influye a liento, en claras palabras, reflexiona, cambia, corrige, pero continua, porque somos de los que avanzan, que ninguna repentina tormenta te haga olvidar ningunos de sus beneficios.
No te quedes en las cosas que no pudo ser, supera los obstáculos porque están diseñados para mejorar el carácter de nuestra fe, intenta, importuna al juez, no te detengas, insistí, vuelve a intentar, grita en la multitud, que las emociones no truquen tu carrera a la meta, avanza, no te detengas por el murmullo, ni por los aplausos, no corras por atajos, avanza con una mente abierta, no copies las metas ajenas, el problema no es tropezar el problema es no hacer nada para levantarte, avanza, busca ayuda, no te detengas corre a el consejo, que nada te saque de competencia, porque el único que quiere que no llegues a la meta, es el ángel caído auto proclamado enemigo de Dios.
Ten presente las cosas que Dios te permitió vivir, los triunfos también son parte del pasado, no vivas de las victorias pasadas, no te quedes ahí, no te atornilles a éxitos ya vivido, las maravillas de Dios no tienen fotocopias, no hay dos muros de Jericó, no hay dos 300 guiados por un Gedeón, no hay dos David derrotando a un Goliat, no hay dos pozo con un Daniel rodeado de leones con sus bocas cerradas por ángeles, es que a Dios no le gusta la rutina, por eso una vez hace salir agua de una roca al golpe de la vara de un hombre llamado Moisés, otra vez hace llover fuego del cielo en el altar de un profeta llamado Elías, no hay dos hechos iguales, son triunfos irrepetibles, Dios no tiene modismo, el es muy creativo para darnos triunfos menos pensados. Avanza, no te detengas.
Si vivís tu presente estando en el pasado, no podrás ver lo mejor que esta hacia adelante, fija la meta, y que esa meta te lleve al premio del supremo llamamiento, avanza, no te detengas, que tus palabras tengan esta sintonía al pensar, al meditar, porque extendiéndonos hacia adelante, es la naturaleza de nuestra ciudadanía.
“Se va un año donde tome y deje, donde recordé y también olvide, donde conocí y me conocieron, donde hable y también escuche, donde aprendí y enseñe, donde acerté y también me equivoque, donde crecí y deje crecer, donde reí y también llore, donde realice y postergue, donde comprendí y también no entendí, donde escribí y borre, donde encontré y también seguí buscando, donde abundo y falto, donde soñé y también hice soñar… pero sobre todo se va un año, donde los ojos del Eterno Presente, en toda circunstancia siempre ha estado y estará sobre mi y los míos”. Avanza.

Albert Segovia 

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